29.3.12

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Necesitas beber algo porque estás sediento y quieres ir al servicio. A tu izquierda hay una taberna, entras y ves mucha gente, pides una cerveza pero el camarero te da una coca-cola. Dices: "lo siento pero no he pedido esto", él contesta: "sí, tú me pediste un whisky". Estás muy sorprendido y le preguntas si trabaja aquí desde hace mucho tiempo. Él contesta: "más de cincuenta años", pero apostarías todo a que tiene treinta, así que piensas que está loco o es un completo mentiroso. Decides preguntar cuántos habitantes hay en este pueblo. "Probablemente más de quince millones". 

Estoy tratando de decir algo.

27.3.12





Tras mi intento frustrado de hacer un curso de restauración al no enterarme de las fechas de las matrículas y de los lugares, con la debida antelación, he decidido que como ahora tengo tiempo libre voy a convertir la terraza de mi buhardilla, y a ésta, en mi 'taller'. Necesito una silla para mi escritorio, desde hace más de un lustro, y me parece la excusa perfecta para empezar. El mundo de las sillas y la restauración puede ser maravilloso. Esta página me tiene obsesionada:

13.3.12

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Me acordé de todo tumbada en la cama, quiero decir que asimilé todo tumbada en la cama. Estaba muy enferma y mis anginas en ese momento tenían más vida que yo. Pensé en mi abrigo y en que nadie lo encontró, sólo me hubiese gustado que alguien lo encontrara en el suelo, tirado, y pensara: "ey, este abrigo lo llevaba esa chica" y entonces viniera y me lo devolviera, pero eso nunca sucedió. A veces sigo recreando la situación estúpidamente. Debo haberme quedado dormida:
Caminábamos por la azotea donde, tú y yo, nos masturbamos alguna vez. Estaban sentados Imamura y Sadako, cogidos de la mano bebiendo vino, nos miraban y tú no sabías quien era Sadako, mientras te lo contaba nos dábamos placer. Imamura nos decía que había una fiesta en el gran hotel. El gran hotel era un cine, el cine era el mundo, y estaba lleno de todos los directores y protagonistas que siempre quisimos conocer. En la puerta la bonita Hedy Lamarr sostenía mi abrigo en la mano pero era de otro color, así que no era mi abrigo.

No sé qué significa eso, sólo pensaba en recuperar mi abrigo.

12.3.12

 Kazimir Malévich